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Dorso reedita su primer disco con Australis

Se cumplen 35 años de “Bajo una luna cámbrica”.

Patricio Jara |

Dorso Bajo Una Luna Cambrica Reedicion Web

Dorso Bajo Una Luna Cambrica Reedicion Web

Apareció en junio de 1989. En un momento en que la primera escena underground nacional comenzaba a decantar. Muchas de las bandas con las que inició el recorrido se habían terminado o avanzaban con dudas. Entonces el death metal se instalaba con fuerza y los sonidos se torcían a la brutalidad técnica con Atomic Aggressor y Sadism como puntales vigentes hasta hoy. Pero Dorso aún estaba allí, como el dinosaurio de Monterroso, habitando su propio planeta, y presentaba “Bajo una luna cámbrica”, un casete autoproducido, pero de impecable factura, con lo más representativo de su época de demos y grabaciones en vivo.

En más de un sentido, era la culminación de una etapa y el comienzo de otra. No se entiende el desarrollo del metal chileno sin Dorso. Tanto por ese primer hito como los que marcaron sus dos álbumes siguientes, “Romance” (1991) y “El espanto surge de la tumba” (1993). Tres registros plenos de creatividad y energía, y tan distintos entre sí, desde luego. En ese aspecto, Dorso es una banda única.

“Bajo una luna cámbrica” ha envejecido muy bien. Porque el talento y la creatividad no tienen fecha de caducidad. Desde “Cambric Dreams”, cantado completamente en inglés, hasta clásicos como “Críptica visión”, “Cíclope”, “Hidra” y “En los alrededores del templo” el álbum ofrece todos los cruces estéticos que movieron a Dorso desde su fundación en 1984.

El trabajo fue registrado por José Luis Corral en REC. No hay otra producción salida de aquel estudio de Ñuñoa que suene igual. Dorso tuvo tiempo para trabajar y también bateristas según las necesidades. Cinco músicos se repartieron la percusión, incluyendo a Eduardo Topelberg, quien luego sería puntal en “Romance”.

“Bajo una luna cámbrica” se reeditó en su época en casete (RCA) y compacto (BMG). Hace unos años también apareció en vinilo (Dorsalia). Ahora, sin embargo, vuelve en una cuidada reedición digipack doble a través de Australis Records. El primer disco incluye el álbum, mientras que el segundo ofrece dos sets en vivo: un documento de 1990 con repertorio del elepé más la canción “Zeus” (cómo olvidar la presentación de Dorso en el Festival de la Una), y cierra con versiones contemporáneas de “Cíclope” e “Hidra” grabadas en MiBar junto a temas posteriores.

La presentación del disco es impecable. Los paneles interiores ofrecen nuevas gráficas que traen de vuelta el espíritu de una época fundamental y el sonido de una banda, como se ha dicho, única en su especie. Australis ha hecho una contribución valiosa a la memoria del underground chileno.

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