Podríamos elegir los grandes clásicos, pero esas ya están en todas las listas. En Radio Futuro escarbamos un poco más y te mostramos nuestra selección de 10 canciones fundamentales de la banda penquista, quienes estánd e Revuelta con su formación original.
Álvaro, Titae, Ángel y Pancho, ese cuarteto que dio vida a cinco discos de estudio que están dentro de los mejores trabajos del rock nacional: «Los Tres» (1991), «Se remata el siglo (1993)», «La espada y la pared» (1995), «Fome» (1997) y «La sangre en el cuerpo» (1999) resumidos en esta lista que esperamos también puedan sonar en vivo en este esperado regreso.
Aceptamos reclamos, sugerencias y pataletas, pero esta es la lista de Futuro, en la previa a los cuatro shows seguidos que darán e el Movistar Arena los días sábado 27, domingo 28, martes 30 de abril y miérccoles 01 de mayo. Mientras los primeros tres conciertos están agotados, quedan las últimas entradas para el cuarto a través de Puntoticket.
Pájaros de fuego
Considerada como una de las mejores composiciones en toda la discografía de Los Tres, ‘Pájaros de fuego’ es una poética forma de revivir la oscuridad, la bruma y el gris de ese 11 de septiembre de 1973 y esos ‘pájaros de fuego’ aplastando la democracia chilena. Letra profunda y alta música cuando Los Tres recién partían.
Amores incompletos
Álvaro Henríquez dijo una vez que está canción tiene que ver con el aborto, la vida incompleta, esa decisión que en los noventas era imposible, que en el siglo XXI se abrió y se sinceró y que ahora, nuevamente, corre riesgo de desaparecer como si no pasara, como si no se practicara en Chile. En 1991 Los Tres estaban bastante claros al respecto.
Se remata el siglo
Es la segunda canción del segundo álbum de Los Tres y se llama igual que el disco ‘Se remata el siglo’. Una catártica cartola que pasa cuenta de todo lo que se llevará el fin de siglo, todo lo que se estaba por comenzar a esconder debajo de la alfombra. Por sobre todo destaca la batería de Francisco Molina con muñeca funky, soul y rock, todo en el mismo track.
Feliz de Perder
Puede que sea la canción más dura de Los Tres. Rock puro y duro de guitarras, batería y bajo bien a tierra. Una proclama en clave Faith No More y donde Los Tres dejaban en claro que estaban para ser segundos; primeros o nada.
Te Desheredo
El disco ‘La espada y la pared’ es un muestrario de capas de guitarras que como una pintura se yuxtaponen, se entrelazan y se mezclan para dar nuevos colores, timbres y una sonoridad muy distinta al rock más eléctrico. Lo acústico también tiene potencia y esta canción destaca como una joya perdida de un álbum sencillamente soberbio.
Moizéfala
Álvaro Henríquez está en la lista de los grandes compositores de la música popular chilena, pero si algo sabe hacer –hasta nuestros días- son baladas. Letras punzantes de historias imposibles bordadas en líneas melódicas que una vez cantadas quedan para siempre en esas heridas del corazón. Alta guitarra de Ángel Parra al más puro estilo Journey en ‘Open Arms’.
De Hacerse se va a Hacer
‘Fome’ fue un disco que no fue recibido con el cariño que hoy se le profesa. “No era lo mismo que lo anterior” era lo que se escuchaba por esos días, pero sólo en el seno de la banda sabían que habían parido su gran obra. Disco complejo y que tiene piezas maestras como esta que te regalamos en la lista.
Me Arrendé
Otra del ‘Fome’. Las historias populares, entremezcladas con relatos personales y donde la muerte es parte central (nuevamente) en las palabras de Álvaro Henríquez. La historia salvaje en notas dulces y una melodía que conmueve cuando se abre.
Agua Fría
Esta canción pudo ser un sencillo para promocionar el disco que apareció en la parte final de la carrera de la banda. Simple y directa declaración de amor perdido, con dedicatoria sin mayores rodeos. Otra balada de amor/odio como Elvis Costello, pero “a la Álvaro Henríquez”. Todo el resto de la banda hace lo justo y todo suena perfecto.
Feria Verdadera
“Hago lo mejor para no ser el que era”. Un libro abierto de confesiones de Henríquez y que arrastra también a sus compañeros, en las puertas de los 30 años, cuando a finales del siglo XX eso era prácticamente estar a las puertas de la verdadera adultez. El último momento para expiar culpas y comenzar de cero una vez más.