Todo comienza en el lejano 1981. El heavy metal aún estaba en ciernes pero desde Dinamarca llegó un sonido que cambió el paradigma del metal. Mercyful Fate liderado por el multifacético King Diamond y el guitarrista, Hank Shermann; formaron desde el disco «Melissa», dos años después de su formación, un proyecto que maduró como el vino.
Con dos pasadas por nuestro país en Estadio Chile y Teatro Providencia, tuvieron que pasar más de 25 años para el regreso de Mercyful Fate a Chile en un tour que los reúne y como dijo King Diamond en conversación con La Radio del Rock, esta es la mejor forma de la agrupación y vaya que tenía razón.
En una actualización de su vestimenta, el «Rey Diamante» presenta una corona con una cruz invertida al igual que marca el escenario en su espalda y en su atril de micrófono. El satanismo y el ocultismo está presente de manera clara en la temática de este emblema del metal a nivel mundial y ellos destacaron dentro de este discurso.
Mercyful Fate en Chile 2024: ¿Qué canciones tocó en Chile?
Desde Metallica, pasando por los «actuales» Ghost, los daneses de Mercyful Fate a pesar de la ubicación geográfica que presenta el país y sus pocas credenciales para el género en aquella época, los daneses se transformaron en el estandarte oscuro con música no tan pesada.
Y esta influencia histórica musical y mundial se tomó Santiago de Chile este 23 de enero. «The Oath» fue el comienzo de la música, luego de que el telón con el nombre de Mercyful Fate se fuera a piso para mostrar toda la teatralidad y el escenario adaptado para la ocasión.
Con un King Diamond más narrador que nunca y con una voz brillante. Destaca en una marea de virtuosismo con sus compañeros de banda. Los dos fundadores son la columna vertebral a llevan al quinteto a una corta pero histórica demostración de metal.
«A Dangerous Meeting», «Melissa», «Evil» y «Come To The Sabbath» fueron los puntos altos en base a la efervescencia del público que fue felicitado incluso por el propio Rey.
Llantos, emociones a flor de piel y un show corto de 1 hora y 20 minutos pero que a estar alturas no tienen que demostrar nada a nadie. Doce canciones, un público que llenó al 70% el recinto y que rindió pleitesía a una misa ocultista pero a merced del espectáculo. Sin lugar a dudas uno de los shows del año.