El cirujano plástico, ganador del Premio Nacional de Medicina de este año, ha enfocado su práctica en un área distinta a la comúnmente asociada a su especialidad. Durante más de 40 años, se ha dedicado al cuidado y la rehabilitación de quemaduras.
Además de su trabajo en el quirófano, nuestro próximo entrevistado ha tenido un activo rol público: en 1979, fundó la Corporación de Niño Quemado (Coaniquem) y jugó un papel fundamental para la promulgación de la Ley 19.680, que prohíbe el uso particular de fuegos artificiales.
Para conocer los detalles de su historia, en Palabras Sacan Palabras, Andrea Moletto y Álvaro Paci recibieron a Jorge Rojas Zegers, para conversar sobre su trayectoria.
Encontrar su vocación
Sobre sus inicios, Rojas cuenta que llegó accidentalmente a la labor que ocuparía su vida. “Estudié medicina en la Universidad Católica, donde me titulé el año 1974”, cuenta. “Nosotros hacíamos el internado de cirugía pediátrica en el Hospital Roberto del Río, porque la Católica no tenía esta especialidad”, relata el doctor.
“El profesor de la Chile era el mismo de la Católica, y él decidió que se quedaran seis profesionales para contratarlos y hacer la formación en esa área. Él me escogió a mí, no sé por qué”, recuerda el médico.
Trabajando en ese lugar, Rojas se dio cuenta de la cantidad de personas que llegaban con quemaduras y del perfil de los afectados. “Estas lesiones ocurren [primordialmente] en familias vulnerables, de menores recursos, con malas condiciones, con poco espacio, con poca educación y [ocurre más] en menores de cinco años”, explica.
“Tienes a un niño chiquitito que se quema, con una familia con muchas dificultades, que queda botado, desamparado”, señala Rojas.
“¿Qué hacía el sistema de salud? Salvaba la vida. Lo hospitalizaban, compensaban, injertaban, y hasta ahí llegaban. No había espacio ni tiempo para hacer cirugía de reconstrucción”, complementa el médico.
Historia de Coaniquem
Sobre la fundación que le ha generado tanto reconocimiento, el cirujano plástico comenta que la idea detrás de Coaniquem llegó por una persona. El paciente que lo motivó a fundar Coaniquem se quemó en un incendio en su casa. “Tenía seis años. Ese niño estaba condenado a morir. No tenía mucha opción de sobrevivir”, dice Rojas.
Pero sobrevivió. “El impacto, para un médico, que un niño que tenía casi una sentencia de muerte, ¿que viviera? Ustedes no lo pueden figurar”, explica el médico. Pero ¿qué pasa después? “Las cicatrices se encojen y el niño crece. Entonces íbamos a tener una situación muy compleja”, agrega.
Buscando ayudar a su paciente, el médico comenta que “descubrimos que había una técnica que se llama presoterapia”, que consiste en “mantener apretada, en forma sostenida, 12 a 18 meses una cicatriz”. “Eso hace que la cicatriz sea más blanda y acompañe más el crecimiento. Por tanto, ese niño, en vez de tener que volver a operarse en dos años más, lo posterga a cuatro, cinco años”, complementa el médico.
Con esta experiencia, para poder ayudar a más personas, Rojas dijo “hagamos un centro de rehabilitación”. “¿Qué necesitamos? Cuatro cosas dije yo: un terreno, unos planos, plata para construir y plata para funcionar”, dice el doctor, entre carcajadas.
Así, fueron explorando formas de financiamiento y finalmente llegaron al modelo con el que funcionan hoy. En palabras de Rojas, “Coaniquem no tiene grandes cheques de empresas, lo sostiene el pueblo de Chile”.
Ley de Pirotecnia
Además de su labor en Coaniquem, el médico ha tenido una importante labor pública, siendo determinante en la tramitación del proyecto de Ley 19.680, que prohibió el uso de pirotecnia por parte de particulares.
Al respecto, Rojas es enfático en que personalmente, el querría «un mundo libre de pirotecnia». «Es inmoral que se gasten los millones de pesos que se gastan en cada espectáculo pirotécnico para tener un goce de 5 minutos», concluyó.