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Los Tres y La Revuelta, día 3: Ni un concierto es igual a otro

Los Tres repitieron setlist, pero siempre hay algo que no es igual a la otra noche y, muchas veces, es simplemente la energía.

Los Tres Revuelta
Mariana Soledad
  • Por Equipo Futuro.cl
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“Los cuatro juntos somos muy buenos”, decía Álvaro Henríquez en una entrevista que hacía para Radio Futuro en los primeros días de enero de 2023, cuando el plan ‘La Revuelta’ ni siquiera aparecía con nombre aún. Esa frase se hace sentir fuerte en cada noche de esta gira de regreso. El rock and roll más puro sale desde las entrañas y eso hace que las energías, sencillamente, no sean las mismas, modifican el paisaje y llegan al público. Los Tres hacen el mismo set de las noches anteriores, no hay variaciones, pero siempre hay algo que no es igual a la otra noche y muchas veces es simplemente la energía.

Con pocos minutos de retraso la banda sale para saludar a otra Arena que está completamente vendida. «Follaje en el invernadero» abre el set, para luego entrar en modo rock con «Sudapara», «El Aval» y «Hojas de té». Álvaro saca la voz para resaltar la visita de sus cercanos, y luego saludar a sus amigos músicos; entre los asistentes en el público están Los Jaivas, Lucybell y Congreso. El público se para para aplaudirlos y la energía cambia, ni un concierto es igual a otro.

La banda se nota más tranquila y confiada, las noches de Concepción y la dos de Santiago han ayudado a algo que los cuatro miembros nunca perdieron: son músicos en vivo, gozan de estar arriba del escenario y, como dijo Henríquez en esa temprana nota para la emisora, hacen gala de que los cuatro en escena “somos muy buenos”.

Los Tres. Foto: Guillermo Salazar.
Los Tres (Foto: Guillermo Salazar)

A Ángel Parra se lo ve más distendido, han vuelto sus formas acrobáticas (no en la guitarra) en sus movimientos que habían estado más ausentes en las noches anteriores. Pancho Molina no traiciona la elegancia en el vestir y en sus muñecas con pulso firme y potente. Roberto Lindl recorre todos los rincones del escenario, conecta con la audiencia, levanta las manos, recibe aplausos; y Álvaro se comunica más, ríe más, saluda más sin claudicar en su postura un tanto despreocupada a ratos. Desde el escenario es otra la energía que se siente en comparación a otras noches, porque ni un concierto es igual a otro.

De todas las noches que han pasado en La Revuelta, es la primera vez que Ángel Parra toma el micrófono y dedica la cueca que viene a la memoria de su padre Ángel Parra. «La perra con el perro», incluida en el disco «Las cuecas del tío Roberto» (DICAP, 1972), abre una nueva dimensión para un hombre que es reconocido por su destreza en las cuerdas, pero que por momentos encarna el espíritu de su padre y su familia disparando fuerza popular para entonar una de las estrofas; y el público lo reconoce, hay aplausos en un momento donde no los hubo antes. Álvaro y resto aplauden ese saludo y, para el final del set cuquero, Henríquez hace reverencias a las imágenes de Roberto Parra. No lo había hecho antes, porque ni un concierto es igual a otro.

El primer bis arranca con «Amores incompletos», y luego la fiesta se desata con probablemente las canciones más populares en el cancionero de Los Tres: «He barrido el sol», «La primera vez» y «La espada y la pared». La banda se va, pero queda un bis más que parte con «Pájaros de fuego» (incluido el guiño musical a «El Clan Siciliano» de Ennio Morricone).

«Bolsa de mareo» sigue, y luego «No sabes qué desperdicio tengo en el alma», y para «Titae» Lindl el show se acaba, se saca sus retornos, se despide y se va hacia al fondo, pero es detenido por Molina, quien desde la batería de dice «falta una» y es así. Quedaba «Tu cariño se me va», y los cuatro integrantes se sacan carcajadas y esperan que el bajo esté en posición para dar la cuenta final.

La energía fue otra y todo sonó distinto, aunque Los Tres toquen las mismas canciones, porque cada noche es distinta a la anterior y diametralmente a la que viene. El ambiente cambia y aún queda la última noche de La Revuelta que no tendrá más asientos en la cancha y todo el mundo estará de pie, saltando y entregando vibras distintas a las otras jornadas, porque ni un día es igual a otro y ni un concierto es igual a otro.


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