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Coffin Curse y “The Continuous Nothing”: Ataúdes flotando en la nada

El segundo álbum de la banda nacional, y uno de los grandes nombres del death metal en Chile, acaba de ser publicado en formato vinilo.

Coffin Curse 2024 Web
promocional

Coffin Curse podría presentarse, en simple, como el proyecto personal de Max Neira (1978). El bajista de Inanna acá toma la guitarra para echar sobre la mesa la variedad de influencias que lo han formado como músico. No es una banda nueva, por cierto. De hecho, ahora trae “The Continuous Nothing”, su segundo álbum, aparecido en España en formato CD a través de Memento Mori; en casete vía Desert Wastelands Productions de Estados Unidos y recientemente publicado en Chile en una cuidada edición en vinilo de Eat My Records. Todos los formatos posibles y muy bien merecidos, por lo demás.

Al tiempo que Neira se hace cargo de todas las cuerdas y la voz, la percusión corresponde a Carlos Fuentes, baterista e ingeniero en sonido que también forma parte de Inanna y de otros proyectos. Dos personas, dos músicos altamente capacitados y una variedad de ideas que ya la quisieran muchas tumultuosas bandas nacionales.

Coffin Curse, death metal chileno

Coffin Curse es death metal con un pie en algunas de las obras reconocibles de la segunda mitad de los ochenta, como “Beyond the Gates” de Possessed, el demo “Thy Kingdom Come” de Morbid Angel, “Morbid Visions” de Sepultura y también, luego, tomando algo de la primera etapa de Deicide, esa que tanto marcó, para bien y para mal, a varias camadas de bandas nacionales.

Es un álbum bien hecho, armado por músicos que saben y que sin embargo no pasan la raya de la erudición artificial. Es más, de paso fijan aún más aquella pregunta que nadie logra responder con elocuencia: cómo debe sonar el death metal para llamarse así en propiedad.

“The Continous Nothing” está lleno de guiños. Así como la primera parte no se ahorra la velocidad subsidiaria del género, es en la segunda donde asoma mejor la riqueza creativa de Coffin Curse, en particular en los medios tiempos. La secuencia que componen “Mauled by Unseen Atrocities”, “Among the Suffering Souls” y la extensa “The Dead’s Deafening Silence”, de casi diez minutos, es toda una hazaña. No es poco en estos tiempos.


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