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Judas Priest, a 50 años de «Rocka Rolla»: doblegándose ante enormes desafíos

El primer álbum de los dioses del metal se lanzó el 06 de septiembre de 1974 y estaba algo alejado de la esencia que lucirían en el futuro.

Hector Muñoz Tapia |

Judas Priest 1974 Web

Judas Priest 1974 Web

«Rocka Rolla» de Judas Priest se lanzó hace 50 años atrás, el 6 de septiembre de 1974, y proclamó la llegada de los segundos abanderados históricos definitivos del heavy metal. Siguiendo los esfuerzos fundacionales del género de Black Sabbath.

Tal como los primeros campeones del metal antes que ellos, Judas Priest procedía de la metrópolis industrial de Birmingham, Inglaterra. Y se había asegurado los servicios del productor Rodger Bain, responsable de los primeros álbumes de Sabbath y Budgie.

Sin embargo, lo que traía «Rocka Rolla» no brillaba exactamente como el grado más alto de acero inoxidable británico. En cambio, el conjunto de tres canciones de «Winter», «Deep Freeze» y «Winter Retreat» insinuó motivos ocultos de rock progresivo. La tarifa de la segunda mitad como «Dying to Meet You» y «Run of the Mill» (un título bastante apropiado) se convirtió en una balada tibia, mientras que «Caviar and Meths» era apenas una canción.

Además, alguien puso una armónica justo en medio de «Cheater» y la canción  que le da nombre al álbum. Por otra parte, «Ballad of Frankie Lee and Judas Priest» de Bob Dylan inspiró el nombre de la banda. Por lo que tal vez un arpa de blues tenga algún sentido.

No obstante, y hablando en serio, no había manera de ocultar el mordisco contundente y la intención metálica que dominaban o perseguían todas estas canciones hasta cierto punto. Eso es particularmente cierto en los números más perdurables de este álbum, incluidos «One for the Road», «Never Satisfied» y la canción principal.

Es más, es totalmente injusto ignorar las precarias condiciones en las que Judas Priest se vio obligado a grabar «Rocka Rolla» en primer lugar.

Rob Halford y Glenn Tipton contaron que Judas Priest se vio obligado a grabar todo en vivo y sin doblar durante el turno de noche del estudio. Esto desde el atardecer hasta el amanecer. Y luego dormir todo el día, dentro de su furgoneta de gira estacionada en el callejón.

Por fortuna, todo este sacrificio valió la pena al final, ya que Judas Priest continuó desarrollando y perfeccionando su sonido a tiempo para el histórico segundo álbum de 1976, «Sad Wings of Destiny«. A diferencia del menos que perfecto «Rocka Rolla», el sucesor no dejó absolutamente ninguna duda de que estos «dioses del metal» llegaron para quedarse.

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