Nick Drake murió por una sobredosis de antidepresivos a los 26 años, el 25 de noviembre de 1974. La noticia apenas causó revuelo en la escena musical británica, una indiferencia similar a la acogida que tuvieron los tres álbumes que publicó en vida. Esos fueron «Five Leaves Left» (1969),»Bryter Layter» (1971) y «Pink Moon» (1972). «Murió desesperado, pensando que nadie se había interesado por nada de lo que había intentado comunicar».
Así, el periodista y escritor Richard Morton Jack resume la gran paradoja de Nick Drake (Rangún, 1948 – Warwickshire, 1974). Considerado hoy uno de los músicos más influyentes del siglo XX, cuya influencia continúa en The Cure (Robert Smith bautizó su banda con una canción de Drake) y su escuela. La frágil pero contundente voz de Drake en «River Man» todavía resuena hoy como si hoy lunes no se cumplieran 50 años de su prematura muerte.
El año pasado, Morton Jack publicó «Nick Drake: The Life» (John Murray), la obra definitiva sobre la vida de este gigante tímido e hipersensible. El periodista sostiene que Drake se sentiría inmensamente satisfecho de saber lo equivocado que estaba sobre la falta de interés por su música.
«Es fácil olvidar que, a pesar del maravilloso contenido de sus álbumes, era un mercado muy competitivo. Continuamente salían cosas nuevas. Y Nick era un tipo con una guitarra, cuando ya tenías a Bob Dylan, Leonard Cohen, Cat Stevens, Neil Young, James Taylor… Así que triunfar en ese espacio era todo un reto», señala el biógrafo en conversación con El Mundo.
Para alcanzar el éxito era necesaria la atención a cuestiones no musicales. «Había que ser visible, hacer conciertos, aparecer en radio y televisión, dar entrevistas… En resumen: estar en el juego. Pero no creo que Nick estuviera psicológicamente preparado para hacer otra cosa que no fuera escribir canciones y grabarlas. Quería alcanzar el éxito basándose únicamente en las partes que le resultaban fáciles y disfrutables. No es que fuera arrogante, pero para él era todo un reto ponerse delante de un público y exponerse de esa manera», comenta Morton Jack.
El autor del libro destaca otro aspecto que ayuda a entender la asincronía con el público. «Sus álbumes exigen esfuerzo y algo de imaginación por parte del oyente. Y en un mundo tan tumultuoso y abarrotado, donde los jóvenes viven vidas frenéticas, la música de Drake requiere un poco más de tiempo del que se le concedió en su momento. Es fácil descartarla después de escucharla y decir que sí, que está bien, pero que no tiene el poder cautivador de Led Zeppelin o cualquier otra cosa nueva y emocionante que surgiera en su momento. La maldición de Nick fue tener que cocerse a fuego lento».
Morton Jack aporta en su publicación muchos detalles para «iluminar los momentos y hacer sentir a Nick como una persona real y no como un ente sobrenatural». También quiso disipar algunos conceptos erróneos, como su supuesta afición excesiva al cannabis («una reputación injusta») o la tristeza como elemento recurrente en su historia vital. «La gente asume que siempre estaba deprimido y que no había nada más en él que su enfermedad. Por eso ha sido tan gratificante hablar con tantas personas que lo conocieron y que me mostraron la verdad: que durante la mayor parte de su vida, fue un tipo alegre, con los pies en la tierra, al que le gustaba socializar, tenía un gran sentido del humor y formaba parte de un alegre grupo de amigos. Lo trágico es que la enfermedad le robó su energía y su capacidad para interactuar con la gente», lamenta el escritor.
Esta condena ha dado lugar a un culto muy particular. «Es maravilloso que la gente todavía piense en él como si fuera una posesión, como si cada uno de sus seguidores fuera su descubridor”, . “Debido a que tuvo tan poco éxito comercial durante su vida, se piensa que todavía está escondido debajo de una roca. Sin embargo, continúa este hechizo por el que todavía parece un artista desconocido que se convierte en el descubrimiento privado de cada individuo», afirma el autor de ‘Nick Drake: The Life’.
Sin embargo, la maldición puede transformarse en material positivo medio siglo después, eu na era tan marcada por las enfermedades mentales. “Muchas conversaciones sobre salud mental comienzan con él. Y puede ser un subproducto positivo de su tragedia porque inspira a la gente a pensar en lo que está sucediendo en su interior», complementa el autor.
Curiosamente, España fue un lugar donde Nick Drake pudo escapar de sí mismo. «Amaba Granada y pasaba largas temporadas en la casa que el dueño de su sello discográfico, Chris Blackwell, tenía en Tarifa. Probablemente escribió allí gran parte de ‘Pink Moon’. Definitivamente, fue un país donde encontró inspiración creativa y, sobre todo, paz», añade Morton Jack.