En Palabra Que es Noticia, Antonio Quinteros y Andrea Moletto conversaron con Mónica Maureira, experta del Comité de Seguimiento de la Convención Belém do Pará, sobre los recientes comentarios del subsecretario del Interior, Luis Cordero, respecto al la red de pedofilia sexual infantil desbaratada a pasos de La Moneda.
Se trata de una célula del Tren de Aragua que torturaba y explotaba a mujeres extranjeras en la Región Metropolitana. El hecho se dio a conocer a partir de una investigación vinculada al homicidio de un ciudadano venezolano en octubre, cuyo cuerpo encontraron en la comuna de Colina.
Enfoque claro y directo
Ante los hechos, el subsecretario del Interior, Luis Cordero, reveló que varías de las mujeres obligadas a prostituirse eran menores de edad. Esto sumó a los delitos el de explotación sexual infantil.
Además, entre los antecedentes mencionó que actualmente existen investigaciones en curso que revelan que el tipo de clientes que contrataba a las adolescentes pertenecían al sector oriente de Santiago y tenían conocimiento de que eran menores de edad.
“No se puede hablar de cliente, se tiene que hablar derechamente de abusadores sexuales”, manifestó Maureira, añadiendo que el uso de términos como “cliente” diluye la responsabilidad de los agresores y minimiza el dolor de las víctimas.
“No estamos hablando solo de explotación sexual, sino que, derechamente, de abuso sexual en una investigación hacia aquellos que estuvieron con esas adolescentes con esas niñas”, subrayó.
El discurso político
Maureira también destacó que, en lugar de generar confusión con eufemismos, el discurso político debe llamar a las cosas por su nombre y poner en el centro de la discusión el abuso de poder de los agresores. Según la experta, es necesario un cambio radical en cómo las autoridades abordan el problema de violencia de género.
Así, al debate se suma la preocupación por la forma en que las instituciones públicas están manejando la violencia sexual en Chile. “La estructura de la criminalidad organizada exacerba todos los patrones misóginos, patriarcales y machistas. Las mujeres que forman parte de la organización criminal pagan costos, y esos costos están relacionados con una violencia”, detalla.
Para Maureira, este incidente es solo una muestra más de cómo aún falta mucho por hacer en términos de conciencia y educación en torno a la violencia de género en el país.