
Estamos en tiempos de ostentación y espectacularidad estética. Y muy poco arte en la superficialidad. Las redes sociales, la música y las relaciones personales se sumergen en el lujo, en la rimbombancia y en arreglos de todo tipo. Sting en Chile y su gira “3.0” apelan a todo lo contrario.
El británico junto a su partner en guitarra por más de 25 años, Dominic Miller, y Chris Mass en batería llegaron con una simpleza única al Movistar Arena en un show de calidad en todas sus líneas.
En dos horas y repasando su catálogo con The Police y solista, la tríada de músicos llenó los espacios de la multi instrumentación característica de Sting en la simpleza de bajo, batería, voz y guitarra.
“Message in the Bottle” fue el comienzo. Con un telón en sus espaldas que a veces solo entregaba símbolos, a ratos imágenes de lo que ocurrió este viernes 22 de febrero. Y una adaptación en cada track que deslumbró al lleno total que fue testigo de una leyenda en una espectacular forma.
Poca intervención con el público pero necesaria. Solo música, hit tras hit y la novedad de tres virtuosos repasando en este formato con maestría única canciones de la talla de “Shape of my heart”, “So Lonely”, “Roxane” entre otros.
Punto aparte la adaptación en vivo de “Desert Rose”, uno de los éxitos menos masivos que en concierto se vincula con la música árabe y la única vez de espectacularidad visual y lumínica en una declaración de principios. Menos es más.
En momentos de gala del Festival de Viña del Mar, en la que Sting pasó con una inolvidable presentación, regresó a Chile remarcando lo mismo. Cada que viene la icónica voz de The Police, es una obligación ser parte.