
Phil Campbell aún interpreta clásicos de Motörhead. Lo hace con su actual grupo, Phil Campbell and the Bastard Sons. Aunque Lemmy ya no está, su presencia sigue muy viva.
«Simplemente te pones y lo haces», dijo el guitarrista a Heavy Magazine. “A veces en el escenario tengo la sensación de que Lemmy está cerca», comentó Campbell
Según Rock Fm, para Campbell, el impulso viene del público. “Ves la alegría que la gente tiene en sus caras entre el público y simplemente te subes y das lo mejor de ti”.
Asegura que honran esas canciones con respeto. “Las tocamos bien, les hacemos justicia. Nunca será Motörhead, obviamente, sin Lemmy, pero lo intentamos”, afirmó.

Un legado compartido
Campbell destaca que tocar con sus hijos es una forma de recuperar el tiempo perdido. Todd, Dane y Tyla son parte de la banda.
“Pasé muchos de los años de la infancia de los chicos lejos de ellos cuando estaba tan ocupado con Motörhead”, confesó. “Así que es genial poder devolverles algo y pasar tiempo con ellos”.
Valoró la calidad del grupo que hoy lidera. “Son grandes músicos. La banda que tenemos ahora está muy unida. Se merecen pisar las tablas. Y es muy divertido. Sí, lo disfruto”.
Lemmy hasta el final
Mikkey Dee, exbaterista de Motörhead, recordó la última gira de la banda. Dijo que Lemmy se negó a suspenderla, pese a estar muy enfermo.
“Dijo: ‘Absolutamente no. Tenemos que hacer esta gira’. Y quería estar en el escenario todo el tiempo. Así era él”, comentó Dee.
Dee destacó el esfuerzo titánico del bajista. “Tocamos el 11 de diciembre de 2015 como último concierto en Berlín, y Lemmy falleció el 28, solo unas semanas después”.
Durante la última gira de Motörhead, Lemmy Kilmister enfrentaba un dolor constante en la espalda. El peso del bajo le ardía como fuego, al punto que solo podía apoyarse en una pierna por vez.
Dee le sugirió sentarse en un taburete para aliviar el esfuerzo, pero Lemmy se negó rotundamente. “¿Estás loco? Nunca me sentaré en un show”, respondió. A pesar del desgaste físico y el dolor, se mantuvo firme, sin cambiar nada. Tocó de pie hasta el final, como siempre lo hizo: sin concesiones, sin rendirse.
“De verdad murió con las botas puestas”, concluyó Dee.