
En un nuevo programa de Palabra Que es Noticia, Andrea Moletto y Antonio Quinteros conversaron con Ximena Abogabir periodista y fundadora de Travesía 100, sobre cómo se vive la vejez en los hombres chilenos.
El Edadismo y la Invisibilidad de los Hombres Mayores
“Cuando hablamos de envejecimiento, la gente me dice, «Ah, mi abuelita…’, y el abuelito está oculto, es invisible”, señala Abogabir.
Según la experta, todos crecemos con modelos mentales que moldean nuestra forma de ver la vejez sin siquiera cuestionarlos. Desde la infancia, los cuentos infantiles refuerzan estereotipos de género que afectan cómo hombres y mujeres enfrentan el envejecimiento: “Todos nosotros respondemos inconscientemente a los modelos mentales que se nos formaron cuando éramos chiquititos y no entendemos por qué”.
Modelos preestablecidos
Sobre estos modelos preestablecidos Abogabir mencionó: “A mi hija, le conté el cuento de La Blancanieves. Ella, Blanca como la nieve lo que es sinónimo de belleza, que llega, se quedaba dormida y venía el príncipe y le daba un beso y la resucitaba. Y después pensé en la Cenicienta, cuando se convierte en princesa y llega en un zapallo a la fiesta del príncipe. Y ahí me llaman la atención dos cosas. Uno, a ella le dan la mano para que ella baje. Porque se supone que ella es frágil y además que te que te den la mano y que tú seas frágil, es femenino, es bonito. Y segundo, su zapatito era chiquitito y de cristal. Por lo tanto, creo que las mujeres venimos con el tema de la fragilidad como algo valioso”.
En la misma línea agrega: “Pensando en eso yo dije, a los hombres, lo que me acuerdo de ello es que con mis hijos veíamos Sandokan. Este hombre, torso desnudo, lleno de músculos, con el sable en la mano, listo para conquistar”.
Eso actualmente de una u otra manera sigue vigente: “tenemos una edad en que ya somos muy distintos de aquello, pero seguimos respondiendo esos modelos mentales y nos siguen doliendo: la fuerza en los varones, la fragilidad y la belleza física en las mujeres. Y creo que a los hombres les pasa aún más que a las mujeres. Lo que yo creo es que como las mujeres estamos más cerca en los modelos mentales en algunos sentidos, como la fragilidad, el ser ayudada, eso puede ser que nos dé como más cancha para vivir el envejecimiento. En cambio, a los hombres les pega muy fuerte porque culturalmente deben ser proveedores y protectores”.
Impacto de la pérdida del rol de proveedor
Uno de los mayores golpes para los hombres al envejecer es la pérdida del trabajo, ya que para muchos su identidad está estrechamente ligada a su rol de proveedor: “Si la mujer deja de trabajar, por ejemplo, va a tener problemas económicos, pero no se le va la identidad en aquello. En cambio, si un hombre está cesante, no solamente hay un problema financiero, también se le viene abajo la identidad, el mundo completo, además de su rol de proveedor.”
La fundadora de Travesía100 cuenta casos de hombres que, tras una vida laboral exitosa, han perdido su estabilidad económica y enfrentan la angustia de no poder mantener su estilo de vida ni su estatus familiar: “Un hombre me dice, ‘yo tuve una vida de trabajo muy exitosa y tenía mi colchoncito, un hijo me propuso un negocio, resultó mal y me quedé sin negocio y sin el colchón y no hallo cómo decirle a mi familia que ya no vamos a poder seguir viviendo como antes, incluso mencionó ser socios del club’. Puede sonar absurdo, pero para él que se había instalado en la vida como el súper proveedor, claro que era problema. Era humillante”.
Las mujeres, en cambio, han estado más ligadas al cuidado del hogar y la familia, lo que les permite adaptarse con mayor facilidad a los cambios en la vejez y a los distintos roles. En cambio, Abogabir menciona que los hombres no tienen esa posibilidad de repensarlo, sino que más bien están pensando como Sandokan, ¿qué voy a conquistar ahora?
¿Por qué las personas mayores quieren seguir trabajando?
Ximena Abogabir habla de que se realizó un estudio sobre esto y arrojó el siguiente dilema: “Por un lado, te dicen que debes aumentar tus ahorros para la pensión, pero por otro lado después de los 50 años no hay pega”.
“Quisimos entender cuál era la verdadera motivación de las personas mayores para seguir trabajando y ahí obviamente el 79% dijo porque necesito las lucas y necesito las lucas porque mi vida será más larga y puede que no me alcance. Después viene la respuesta de, ‘Veo a mi alrededor que la gente que se jubila se deprime’. ¿Y por qué se deprime? Porque ya a nadie le importa tu opinión, aquella gente que se mataba por tener una reunión contigo, ya no te contesta el teléfono, te vuelves invisible, te vuelves irrelevante y todo eso te va haciendo meterte para adentro, te sientas en la mecedora, miras la tele y te vas quedando solo, pierdes la masa muscular, o sea, viene un declive que termina en la depresión y con la depresión se afecta tu sistema inmunológico”, agregó.
Para Abogabir, es urgente redefinir el concepto de envejecimiento: “Tenemos que reescribirlo ya no como lo que pierdo, sino que transformarlo en lo que gano”.
La periodista también agrega: “Mientras antes se adopte un estilo de vida donde, se cuide el cuerpo, la alimentación, se haga ejercicio, se duerma bien, se cuide la mente aprendiendo siempre cosas nuevas, y, sobre todo se cuiden las relaciones mejor, porque la soledad es un mal pronóstico para un buen envejecimiento”.