El equipo que aparece en la fotografía ya no existe. Se trata del viejo Naval, representante de la Armada de Chile y buena parte de una ciudad. La institución homónima que actualmente compite en la Primera B (Club de Deportes Naval de Talcahuano S.A.D.P.) heredó el nombre para rescatar la rica historia de su extinto antecesor.
Torneo Primera División, 26 de octubre de 1974
Estadio Nacional
Palestino 0 – Naval 0
En la imagen se ve a los navalinos antes de un encuentro jugado contra Palestino en 1974, año crítico donde las asistencias al fútbol chileno se fueron a pique. De izquierda a derecha, parados: Farfán, Lobos, Anabalón, Soto, Eriz, Aravena; hincados: Godoy, Faúndez (verdadero clon del “Mago” Valdivia), Sepúlveda, Inostroza y González. Al término de ese torneo el equipo del ancla finalizó en el octavo lugar; Huachipato, su clásico rival, fue campeón.
La escuadra albiazul había nacido en 1944 con el nombre de “Asociación Naval de Foot-ball” en el seno de la Segunda Zona de la Armada. Durante dos décadas compitió con gran éxito en el poderoso Campeonato Regional del Sur, donde obtuvo siete títulos. En 1952 Naval representó a Chile en los Juegos Olímpicos de Helsinki (perdió 4 a 5 con la selección de Egipto): es el único equipo chileno que ha gozado de tal honor.
Tal era el poderío navalino que durante los ‘60 se dio el lujo de recibir en El Morro -y los cerros vecinos- a la selección chilena y al Santos de Pelé. Los arraigados clubes de Talcahuano, a diferencia de otras entidades semiamateurs del resto del país, declinaron fusionarse con sus rivales de siempre formar un solo cuadro que los representara en el profesionalismo.
Recién en 1968 el popular Naval fue admitido en el Ascenso, donde cumplió dignas campañas hasta campeonar tres años después. En los años ’70 los “choreros” serían permanentes animadores de la Primera División, convirtiendo a su estadio -la cancha en uso más antigua del país- en un fortín casi inexpugnable para los visitantes. Durante los ’80 Naval era uno de los clubes fuertes de provincia y su postal tradicional era el cañoncito que detonaba cada vez que los locales convertían.
La historia acabó abruptamente en enero de 1991. Tras años de rumores, la Armada decidió que financiar a un equipo profesional no era parte de sus prioridades y disolvió a Naval sólo días después de que sus jugadores lograran la permanencia en una fiera liguilla de promoción disputada en Antofagasta. Porfiados, los marinos se negaron a traspasar los derechos federativos para que algún particular se hiciera cargo del club. El dolor fue inmenso en media ciudad: luego vendrían Los Náuticos, Deportes Talcahuano y el resucitado Naval S.A. para representar al puerto, pero esa es otra historia.
Fotografías: Archivo Estadio, Miguel Rubio.